miércoles, 4 de octubre de 2006

EUROPA O EL CANTO A LA XENOFOBIA

10月4日
EUROPA O EL CANTO A LA XENOFOBIA
Tokio, octubre 4 de 2006

Buenos días,

Nos dice el diccionario que la palabra xenofobia viene del griego xenos: extranjero y phobos: miedo. Que la actitud xenofóbica se caracteriza por los prejuicios, odio y fobia contra los extranjeros, o grupos étnicos, o personas con diferente fisionomía no solo social sino cultural.

La Europa actual, aquella que pretende darnos lecciones de humanitarismo a través de ONG's y de importantísimas instituciones internacionales parece estar plagada de los mismos demonios que tratan de exorcisar cuando oficialmente sus gobiernos interfieren en conflictos puramente nacionales.

La actual Suecia, aquella reivindicada por los refugiados políticos de toda tendencia, no es precisamente un tazón de oro. Allí el racismo tuvo un fundamento científico poderoso de manos del Instituto de Biología Racial de Uppsala, del que convenientemente poquísimas referencias hay en internet. (The Racial Character of the Swedish Nation, from 1926. Herman Bernhard Lundborg)Gracias al guión de la "pureza racial" dibujada por el instituto, se llevó a cabo la esterilización masiva más grande y "democrática". Solo los nazis superaron a los suecos. El instituto desapareció hace años, pero su legado permanece en la conducta de muchos que de dientes para afuera sonrien, y actuan como príncipes en países indígenas como Guatemala, pero en su interior no ven nada más que razas subhumanas que subsisten en entornos culturales diferentes y que hay que mantener por aquello del colorido tropical.

Francia no se queda atrás. Antes del nazismo "La France" era antisemita y racista y en ese abismo cayeron desde los más encumbrados hasta la gente del común. Ahora ante la Europa rica parecen haber olvidado que los franceses por sí mismos nunca hubieran podido contra Hitler y que gracias a los negros africanos, latinos y nortemericanos se deshicieron de semejante escoria.

España no se queda atrás. No es sino abrir el dosier de las anécdotas de africanos, gitanos y latinoamericanos que circulan abundamente por los periódicos. No es sino fijarse en la nula reacción de AENA ante los desmanes de Air Madrid con sus vuelos hacia América Latina. La respuesta parecer ser simple: una aerolínea de bajo coste para sudacas que no pueden pagar Iberia u otra aerolínea cotizada. En otras condiciones ya le hubieran suspendido la licencia a una aerolínea por volar con un hueco en el fuselaje. Ese lujo no se lo permitirían ni a la misma Avianca.

En Suiza el 70% de los ciudadanos votaron a favor de endurecer la política de asilo y de extranjería. Así como Chávez alegaba que Naciones Unidas no puede seguir en Nueva York por ser el país del "demonio", muchos alegan que la sede europea de la Organización de Naciones Unidas debe salir de Ginebra. (¿Y pasarlas a dónde?) Y es que la república bananera de los asilos parece irse a pique. En adelante, según las normativas propuestas el derecho a asilarse queda prácticamente anulado y la inmigración pretende ser exclusivamente para científicos.
Así pues nuestra "europa humanitaria" en el fondo tiene miedo de que su pureza racial y estabilidad social quede comprometida a futuro. Evitan a como de lugar, muchos Attas, muchas protestas tipo París, y seleccionan en términos de similitud racial y cultural.

Una interesante entrevista con el historiador suizo Hans-Ulrich Jost, confirma la tendencia de su país a alejarse del humanitarismo para abrazar metas mucho más conservadoras, que sin duda se repetirán por toda Europa.

"La vieja herencia xenófoba de Suiza"
Para el historiador de izquierda, Hans-Ulrich Jost, las votaciones sobre el asilo y los extranjeros desvelaron una de las constantes de la política suiza: la xenofobia.

El domingo (24.09), el 68% de los suizos aceptó el endurecimiento que buscaban el Gobierno y el Parlamento de las leyes sobre el asilo y los extranjeros.Las dos leyes enmendadas -que llevan el sello de Christoph Blocher, ministro de Justicia de la derechista Unión Democrática del Centro (UDC)- no dividieron al país. La Suiza de expresión francesa se mostró poco menos dispuesta a aceptarlas (en las ciudades francófonas se hallan los principales puntos de resistencia) pero, globalmente, Suiza parece haber adoptado las tesis de la UDC.

Y eso es algo que no sorprende a Hans-Ulrich Jost. Entrevista.

¿Estas votaciones muestran que la forma de pensar del ala más dura de la UDC es ahora dominante en Suiza?
Hans-Ulrich Jost: La UDC sólo valorizó -con una moderna estrategia de gestión de la política- la vieja herencia xenófoba de este país, combinándola con algunos problemas coyunturales, como la globalización, el miedo a la modernización de la sociedad, los problemas de los costos de la salud, etc.

¿Considera que Suiza tiene una herencia xenófoba?
H.-U. J.: Para decirlo llanamente, desde principios del siglo 20, Suiza tiene dos o tres parámetros constantes en su política. Y uno de ellos es la xenofobia.Esto comenzó antes de la Primera Guerra Mundial con el asunto de los extranjeros pero, peor todavía, con la exclusión de ciertas poblaciones. Los gitanos, por ejemplo, a los que un documento de la administración federal de la época califica abiertamente de 'úlcera'.A partir de allí, esta temática no nos ha dejado. Ha sido utilizada periódicamente por uno u otro partido de la derecha o de la extrema derecha, y de ahí llegamos ahora a este muy claro veredicto. El velo humanitario detrás del cual nos escondimos siempre se ha desgarrado.

Sin embargo, todo el mundo habla de la tradición humanitaria de Suiza. Y los vencedores del domingo aseguran que no ha sido cuestionada. ¿Para usted eso sería sólo una ilusión?
H.-U. J.: No es una ilusión, pero hay que relativizarla. Incluso un importante periódico de expresión alemana, más bien conservador, escribió claramente que, de hecho, nuestra tradición humanitaria es válida mientras interesa al país y no afecta demasiado a nuestro sagrado egoísmo. Y esto ya era verdad en la época de los Hugonotes, esos refugiados protestantes venidos de Francia. Los aceptamos pero con muchas reticencias e invitándolos a partir lo más pronto posible.

La UDC anunció que no va a parar ahí y que pedirá nuevas medidas de rigidez contra los extranjeros. ¿Piensa que esta ola, que usted califica de xenófoba, va a intensificarse?
H.-U. J.: Persiste desde hace por lo menos cien años y creo que va a continuar porque, aparentemente, se trata de una mentalidad que se incrustó de manera muy fuerte en el país. Y, como la UDC busca simplemente los éxitos electorales, va a utilizar ese tema todo el tiempo que le ayude a ganar nuevos votos.

Los países que nos rodean también tienden a endurecer su política hacia los extranjeros. ¿Advierte en el rubro una especificidad suiza?
H.-U. J.: No, no hay especificidad, excepto que nosotros usamos una falsa moneda. Es decir, tratamos de mantener siempre una suerte de discurso de tradición humanitaria, de pretender que Suiza tendría una suerte de virginidad y, que de hecho, no podría caer en las fallas de una degeneración de la moral. Pero olvidamos que ya caímos en esas fallas. Y creo que uno de los paroxismos fue nuestra política con respecto a los refugiados durante la Segunda Guerra Mundial.Entrevista swissinfo: Marc-André Miserez(Traducción Marcela Águila Rubín)

HANS-ULRICH JOST
Doctor en Historia y en Filosofía de la Universidad de Berna, Hans-Ulrich Jost ha efectuado sus investigaciones básicamente en Lausana, donde impartió clases de 1981 al 2005.Oficial del ejército suizo y piloto de caza, siempre ha manifestado su tendencia de izquierda. ^Forma parte de los historiadores que han tratado de llevar a los suizos a una lectura realista de su pasado, particularmente en relación con el período de la Segunda Guerra Mundial.Jubilado desde el 2005 de su cátedra de Historia Contemporánea en la Universidad de Lausana, continúa su labor de investigación en Europa.
http://www.swissinfo.org/spa/portada/detail/La_vieja_herencia_xen_foba_de_Suiza.html?siteSect=105&sid=7104329&cKey=1159277702000